
Ya no hay duda. Tras años de progresos ininterrumpidos basados en el trabajo duro y los cuidados atentos de Sanz y Curro -cada uno en su estilo- SIH ha llegado a la madurez como equipo, al menos cuando juega contra equipos de chavales de Secundaria (algo es algo). El encuentro de hoy fue otra exhibición de defensa, dominio del rebote y saber adaptar el partido a nuestro ritmo de juego. Los bases están que salen, rebosan cordura por los cuatro costados, y el equipo lo agradece. Porque SIH juega por fin como un equipo, no como un grupo de descerebrados que persiguen un balón huidizo.
El partido de hoy fue un recital desde el principio, aunque algunas imprecisiones bajo el aro en la primera parte hicieron pensar a los contrarios que tenían algo que hacer, que nos iban a cansar, que nos faltaba forma física. Los cojones. Se encontraron con un equipo que contraataca y que en defensa es un muro rocoso e impenetrable como el himen de una opusina (ya sé que algunos habéis intentado atacar ese frente).
Al margen de las aportaciones inviduales, el resultado final (54-34) refleja que jugando con soltura, sin nervios y sin dejarnos tocar los cojones somos un serio aspirante a estar arriba esta temporada.
Pie de foto: Un aspirante a entrar en SIH la próxima temporada se ejercita durante un entrenamiento para llegar al nivel mínimo exigido para formar parte de este equipo.