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El Cid Sáez, perfilándose en el Samaranch con las primeras luces. / Foto: Brocken Inaglory |
Por David Ortiz
Comenzó la jornada la noche antes del partido cuando, por
los medios oficiales, recibimos inquietantes mensajes de algunos de los
miembros más destacados de la franquicia. El habitual recogimiento previo a los
días de partido de los jugadores naranja se vio truncado, por circunstancias
que no vienen al caso, y nos hizo prever otra jornada histórica del baloncesto
municipal. Las sospechas fueron confirmadas cuando, a cinco minutos del
comienzo del partido, al menos diez aguerridos arabescos hacían las conocidas
como “ruedas de calentamiento”
(técnica ignota para los jugadores de SIH) mientras los cuatro jugadores eclesiásticos presentes
departían despreocupadamente entre ellos sobre la levedad del ser y sus
circunstancias.
A las bajas médicas, viajes y los efectos dañinos de las malas compañías
nocturnas se unió también la ausencia del Míster que, acosado por los rumores
que le sitúan como candidato de Vox a la alcaldía de Madrid, decidió mantenerse
fuera de los focos en esta fría mañana. Las más que meritorias apariciones en
el último momento de Mínguez y un fantasmagórico Guille colmaron la pista del
Samaranch de un aroma a épica que no desaparecería hasta bien entrada la
mañana.
Trascurrió el primer cuarto sin gran novedad, entre
bostezos, con los dos rivales midiendo sus aparentes escasas fuerzas. Dos abajo
los de SIH y todo por decidir. El segundo cuarto, en apariencia anodino, fue el
comienzo del fin para los numerosos Arabescos. Los valientes jugadores naranjas
terminaron dos arriba el período, con escasas faltas, aireados y con los
cuerpos y las mentes algo más desentumecidos, el desenlace final de la
contienda ya estaba escrito.
Al inicio del tercer cuarto sonó el despertador. Conjurados
los jugadores eclesiásticos para rubricar una nueva hazaña, desplegaron un
recital de juego en defensa y en ataque que desbordó por completo al equipo
rival. Contradiciendo los más básicos conocimientos biológicos y médicos y
lejos de que el previsible cansancio les hiciera mella, el juego naranja no
dejó de mejorar: triples, contraataques, tiros de campo, defensa… Salvo el ya
habitual desacierto en el tiro libre, no hubo grieta por la que Arabescos
pudiese erosionar la avalancha que se les venía encima. Seis arriba al final
del período y más y mejor de lo mismo en el cuarto, hasta un total de 14 puntos
de diferencia a la finalización del partido.
Especialmente reseñable la actuación de Guillermo Sáez que,
a pesar de su estado de confusión y unas cifras algo inferiores a las
habituales, sirvió de guía para el resto de jugadores de SIH que, inflamados
por su ejemplo, le siguieron cual Cid atado a su caballo a la que podemos calificar,
sin miedo a exagerar, como una nueva gesta de la escuadra naranja.
Resultado final: SIH 57 – ARABESCOS 33
Parciales: 7 – 9 / 22 – 20 / 34 – 28 / 57 – 33
Jugaron por SIH: Ulises (23), Guillermo (13), Foro (5),
Mínguez (2), Tino (1), Ortiz (13).
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