lunes, 11 de marzo de 2024

LA JUVENTUD DE HOY

 

 

Por Mínguez

La juventud de hoy es maleducada, desprecia la autoridad y no respeta a sus mayores. Este molesto runrún, pantallitas y redes sociales mediante, está lejos de ser original de nuestro tiempo, pues ya colea desde los tiempos de Sócrates -según transmitió su conspicuo discípulo Platón-. 

Los muchachos de SIH, siempre preocupados por la deriva de nuestro tiempo y por la historia del pensamiento en general, se decidieron finalmente a dar otro paso al frente y enmendar la plana a esa colección de pedófilos y corruptores incorporando a otro destacado representante del nuevo milenio –el anterior ajusticiaba la víspera a su Amigo en compañía de su cuñado-, quien tuvo hoy su puesta de largo oficial en las sagradas pistas del Samaranch, donde SIH ha firmado algunas de sus mejores páginas, y de las otras también.

Javier Azurmendi del Valle –Azurmendi del Valle en adelante para abreviar-, superó con nota la primera de las pruebas, la de estar a las 9 de la mañana. No solo eso, sino que se permitió luego lamentarse por que abrieran solo con un cuarto de hora de antelación las instalaciones, palabras que afortunadamente no captó nadie del Comité de Empresa del funcionariado municipal madrileño.

La segunda prueba llegaría también muy pronto, pues tras la idea del cuerpo técnico, sabiamente dirigido por Andrés, de que empezara en el banquillo para conocer mejor desde la banda el libro de jugadas de SIH, Álvaro, que iba a hacer el salto inicial, comprobó que no se podía quitar la alianza matrimonial: así, tuvo que ser sustituido deprisa y corriendo ya antes de que empezara el partido, entrando Azurmendi del Valle en el quinteto titular (hay que señalar que poco después el anillo finalmente salió, pues esa sagrada unión ante Dios solo la puede romper el baloncesto de SIH, como apuntaría después Antonio González, el Coloso de El Pardo, que hoy hizo una pausa del boxeo, el golf y en general el 80% del olimpismo para honrar el partido con su presencia).

Tras una primera jugada de SIH marca de la casa, un triple de Guille que esta vez (tampoco) entró, el debutante quiso devolver el cariño y la confianza con una magnífica entrada que terminó en un lanzamiento en semigancho con la derecha que tras tocar el tablero pasó limpiamente al otro lado del aro. Una albacetiña en su primer tiro oficial con la camiseta de SIH dice mucho del compromiso y de los valores de Azurmendi del Valle. No todo está perdido.

Enfrente de SIH estaba Dubitis, otro clásico de las ligas municipales en horas bajas por lo que indica la clasificación, y que plantearon un partido basado en ser rocosos –ese adjetivo tan socorrido, como ese estudio de 25 metros cuadrados con muchas posibilidades- y en jugar despacio.

El partido en el primer cuarto, y en general en la primera parte, fue más pesado que la digestión de un bocadillo de grava con pan duro. Los puntos escaseaban, y por parte de SIH recordamos una impensable entrada de Álvaro desde fuera de la zona contra tres que acabó en canasta, mucho tiro libre por parte de Guille, hoy sí muy certero desde esa línea maldita, con Dubitis metiendo mucho balón dentro hacia su torre de siempre y a Walter, su mejor jugador y platicador incansable (que no sabemos si era argentino aunque por el acento lo parecía pero desde esta página no se dirá nunca nada en contra de ese pueblo querido y hermano).

Para intentar cambiar el aire del partido, el míster de garrafón Mínguez trató de convencer a Ulises para efectuar unos precisos ajustes sobre su defensa 2-3, que no terminaron de funcionar porque ellos decidieron no utilizar esa defensa, ni antes ni en ningún momento, lo que frustró un plan que parecía invencible.

Mientras, hay que decir que las ganas de agradar de Azurmendi del Valle no se quedaron en su primer ataque, pues después de la albacetiña de saludo falló dos o tres más debajo del aro para terminar la primera parte con cero puntos, plenamente integrado por tanto en la dinámica.

Al descanso se llegó con un 14-8 a favor de SIH que dice más que lo que podamos tratar de explicar desde aquí, pues hay cosas que escapan a lo lógica, como por ejemplo el final de uno de esos cuartos cuando, al grito desde la mesa de último minuto, un jugador de Dubitis decidió a continuación lanzar un triple casi desde su campo; SIH, tras coger el rebote más fácil de la historia del baloncesto -pues los cuatro compañeros del lanzador estaban aún en su campo-, armó un ataque rápido, pero mucho, que terminó con un triple de Ulises también casi desde el medio campo, por lo que ellos tuvieron tiempo para, tras coger el segundo rebote más rápido de la historia del baloncesto –pues los cuatro compañeros de Ulises etc-, volver a lanzar otro triple desde su campo cuando todavía quedaban veinte segundos. Nadie entendía nada. Acelerado y con la música de Benny Hill, sería un clásico instantáneo en redes.

En el descanso, el míster Muñiz sacó la libreta y dio instrucciones precisas, basadas en que, con el rebote más o menos seguro, uno de los de arriba palomeara para buscar todo el tiempo el contraataque. Nadie interpreta esa suerte mejor que Juan, que a partir de ahí y lanzado por Ulises, se puso las botas en bandejas de toda índole.

Con Dubitis, declarados amigos del slow life (que eso existe ahora), todavía pensando  en cómo afrontar el cambio de velocidad, llegó el momento culminante del partido: Azurmendi del Valle, que ya había estado defendiendo muy bien en el primer tiempo, colocó EL TAPÓN a Walter (que así creemos que se llama). Adivinó perfectamente que este se giraría hacia la línea de fondo para despegar y hundir con la mano abierta al jugador rival, logrando la metáfora perfecta sobre el encuentro de dos trayectorias contrarias en ese mismo hecho que es la vida.

Esa intersección, EL TAPÓN, propició también que el recién llegado a SIH encontrara su rumbo en ataque con varias canastas –la primera celebrada como con los gritos de los del balonvolea ese del fondo-, incluido un dos más uno, con Guille anotando también a tres cuatro metros, para abrir una brecha que, pese a los esfuerzos de Dubitis con pequeños parciales, ya era definitiva.

Con el partido ya sentenciado, la parte final se convirtió de nuevo en un pequeño descalzaperros. El artero Foro (que se había alternado con Mínguez en la pista para chocar con rivales) susurró a Ulises que uno de sus rivales en la clasificación de anotadores de triples había hecho tres en el partido que había jugado antes. Pese a que eso habría supuesto abrir el pabellón sobre las 6 de la mañana (no quiero ni pensar qué diría aquí el del Comité de Empresa antes citado), el base de la Elipa cayó en la trampa y, con un triple hasta el momento y una buena dirección con puntos y asistencias, al reclamo de Vamos a hacer estadística acaudilló una nueva fase de partido. Se logró sobradamente el objetivo, engordar la estadística, afortunadamente una que no vemos en el cuadro de anotación pues los seis últimos minutos no se movió el marcador por parte de ningún equipo.

A esa espiral le siguieron gustosos otros miembros de SIH, entre ellos Guille, siempre presto, y Azurmendi del Valle, que terminó de demostrar su perfecta comunión con los valores de SIH, porque la juventud de hoy está bien educada y sí respeta a sus mayores. Lo de la autoridad, pues ya se verá.

Y ahora vas y se lo cascas a Sócrates, Platón.

 

 


domingo, 3 de marzo de 2024

CUCHILLOS LARGOS


 

Por Mínguez

Mañana de cuchillos largos en el Samaranch. Las bravas huestes de SIH cambiaban apresuradamente el micro por el balón y se presentaban en buen estado de revista contra los presuntuosos líderes de la liga.

Tras cambiar a última hora el saque inicial preparado la víspera ante la sospecha del míster suplente de que la estaban esperando -dejando a Álvaro en el banquillo para generar confusión-, el primer cuarto dejó clara la tónica de lo que iba a ser el partido: leña y más leña. Un último triple de ellos los dejaba con mínima ventaja tras un gran comienzo de SIH, después de un rato de zozobra en los 3 últimos minutos en que a los jugadores naranjas se les aparecieron fantasmas de la noche anterior, con dificultades para subir, bajar y en general moverse por la pista.

En el segundo cuarto, con el único pero de SIH del rebote (su ausencia, quiero decir), los naranjas siguieron en el partido con momentos de gran baloncesto que los rivales solo podían parar a base de golpes, celebrando el desajuste de SIH en los tiros libres para mantenerse 1 arriba al descanso.

Con algún jugador contrario dando el coñazo en el intermedio al árbitro amigo de Tino (no preguntó por él), sin entender por qué les pitaban faltas cuando son guapos y atléticos, a partir del tercer cuarto decidieron subir (más) el nivel de violencia, pero ni así era suficiente. 

Plantándose en defensa individual y con un blanco atlético fraudulento presionando toda la cancha a Ulises, el de La Elipa tiraba de casta pese a tener los brazos como si hubiera pasado una noche de pasión con una maraña de gatos callejeros, con un triplazo incluido y dando opciones a todos con momentos épicos como un brillante 2+1 de Álvaro. Quien mejor aprovechaba su magistral dirección era Guille, que pasaba por encima de sus defensores entrando una y otra vez a canasta.

En el aro contrario, los blancuzcos rivales también trataban de pasar a los bravos defensas de SIH, pero no por encima sino a través, chocando una y otra vez con la impenetrabilidad de los cuerpos, con Foro, Álvaro y Juan absorbiendo los impactos y cerrando ya sí el rebote.

Así se llegó al ajustado desenlace, con los Impresentables cada vez más obsesionados por hacer honor a su nombre, llevando incluso un calvo de ellos al límite al paciente Juan, que recibió un ushiro-nage al que respondió impasible con una mirada fuerte, así, como de la muerte, que envolvió en pañales al impresentable y terminó de acreditar la superioridad psicológica naranja.

Un goteo de tiros libres, con rebotes en ataque de Guille e incluso de un infatigable David, que perreteó en nuevos terrenos ampliando el repertorio, permitió un desenlace plácido, colofón de 24 horas SIH-non-stop.

Como anécdota, diremos que SIH siguió fiel a su costumbre regalando a los que pudieron verla una de las mejores albacetiñas de la temporada. Fue a cargo de Guille, que en un precioso slalom pleno de coraje se plantó debajo de la canasta para el desenlace esperado. Poco después pidió el cambio y luego reconoció que consiguió la genialidad porque, llegado hasta allí, se mareó y no conseguía enfocar el aro, lo que ya le había pasado en la primera parte. Cosas de genios.